Comentario a un libro de Monedero. Por Alberto Moreiras.

IMG_5199En el final del libro de Juan Carlos Monedero, Curso urgente de política para gente decente (2013), hay como tres páginas de listas de cosas que uno quiere disfrutar, y que aparecen en nuestra vida, si tenemos ojos y oídos para ello, como los fulgores en lo oscuro de Georges Didi-Huberman. El lema es “hacer política como si nos fuera en ello la vida.” Esto es, hacer política, viene a decir, para que la vida no sea políticamente agotable, hacer política para ganar algo otro que la política–y esto es lo específicamente definible como de izquierdas (la política de derechas busca en realidad lo mismo, dice Monedero, pero desde el miedo y no desde la esperanza, a partir del privilegio de algunos contra el privilegio de todos; y el miedo impone su precio). Si esto es así, si esto lo entiende todo el mundo, si en el fondo es verdad que ningún panorama de izquierdas puede construirse hoy sin la negación del mundo político y de la relación con la existencia que hemos heredado (“Si los problemas de nuestras sociedades son la mercantilización de cada rincón de nuestra existencia, la precariedad de nuestras condiciones de trabajo y de vida, la desconexión del entorno y de los otros, la privatización de la existencia y la competitividad como la racionalidad de la época, un programa político alternativo se arma, precisamente, con todas esas cosas que niegan esas lógicas”), ¿por qué entonces tanta resistencia y tanta mala fe cuando se habla de infrapolítica? (No de Monedero, por cierto, del que no sé si ha oído la expresión, sino más cercanamente.) La infrapolítica es el horizonte necesario del logro en política (contra el éxito derechista)–cuando el mundo se abre a algo otro que el conflicto y la división. Ninguna política sirve cuyo resultado no sea una expansión radical del ejercicio infrapolítico. Por lo mismo, una infrapolítica sin política no puede darse–solo cabe radicalizar la demanda política hacia un espacio no hegemonizado, hacia un espacio libre, que es el espacio infrapolítico. Pero esto será llamado, no ya desde la ignorancia, sino desde la terquedad resentida, conservadurismo eurocéntrico, anti-identitarismo, fascismo, pendejismo, o giro lingüístico. La ceguera es voluntaria y es también profundamente desilusionante–porque en ese rechazo ciego entre los que pueden oír y no oyen ni quieren oír se sintomatiza una radical falta de compromiso político con todo lo que importa, se sintomatiza solo el oportunismo de los ventrílocuos. ¿No es hora ya de mandar a paseo a esa falsa izquierda gesticulante? ¿Quién querría vivir en su mundo?

1 thought on “Comentario a un libro de Monedero. Por Alberto Moreiras.

  1. Sí, claro, porque en ese gesto de politicidad como causa final se rompe con la verdadera política, que sería la política de la antidominación, que es la política posthegemónica. No optar por esto queda muy claro: desplazarse fuera la hegemonía es una renuncia muy grande, una desleatad que gente como Monedero no puede darse el lujo de asumir. Es más facil dividir el mundo schmittianamente y disolver la política desde ese presupuesto. Y luego lo que compensa eso es el gocen. Y para mi hay algo más y es aquí donde el salvajismo intelectual es importante. O bien, una postura anárquica ante la tradición. Es muy difícil para gente que se ve como guardianes de cierta tradición dejar ese peso de lado. Yo recuerdo que un ex-colega, hace años, me dijo que él no leía a Schmitt porque era marxista. Y porque su papá también lo era. Es difícil taladrar esas taras…pero, ¿no son estas conciencias desdichadas?

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